El gran negocio de la “guerra de mensajitos”

Jhonny Lagos / René Novoa para El LIBERTADOR

  • Uno solo de los mensajitos que a diario llega a su celular puede generar cinco o más millones de lempiras al año a la empresa que usted le acepte la oferta.
  • SMS’s a través de Televicentro y Tigo captan millones mediante concursos, juegos de azar, superstición, encuestas, música, fondos de pantalla, pornografía sutil y otros.

Tegucigalpa. Alberto lava autos en el centro de la capital. Es delgado, supera los 40 años, su piel conserva vestigios de un color claro y sus ojos verdes proyectan una mirada serena. Se dirige al supermercado, pero no va a comprar frutas, arroz o frijoles, sino que va a comprar un boleto de lotería electrónica con la ilusión de ganar unos cuantos lempiras, aunque en el intento pierda el dinero que obtuvo tras horas de trabajo soportando el inclemente sol.

Esta escena no es extraña en los países que han llegado a una fase extrema de degradación social y económica, cuyos indicadores son la proliferación de pulperías en zonas marginales, cordones de miseria en las entradas de las principales ciudades, fanatismo religioso y partidista y los juegos de azar.

Las transnacionales lo saben y lo aprovechan por completo. En América Latina, las compañías de acceso a contenido han diseñado productos para captar cifras millonarias a través de los concursos, encuestas de opinión, consejos, fondos de pantalla, entre otros, que ofrecen a los usuarios de telefonía móvil o celular mediante mensajes de texto o mensajitos publicitarios. Esta tecnología apareció en el 2001 por primera vez.

La otra conquista

Un país empobrecido como Honduras, no se podía pasar inadvertido para los intereses de estas empresas. Es por eso que a diario los hondureños que poseen un teléfono celular (más de 5 millones), son acribillados con mensajitos que tan sólo buscan saquear los bolsillos de los consumidores.

Esta argucia comercial la producen compañías como SMS Américas LLC (Compañía de Responsabilidad Limitada, siglas en inglés), con sede en Alton Road, Miami Beach, Florida y propietaria de Interacel.

Inició operaciones en el país en 2004 y tiene presencia en 12 países más del continente (Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Estados Unidos), donde envía un promedio de 100 mensajes al día con sus promociones.

Para esto han contratado a un grupo de expertos, que tienen amplia experiencia en la industria de las telecomunicaciones, mercadotecnia, medios de comunicación, a manera de modernos encantadores de serpientes. Este grupo diseña tres comerciales nuevos a la semana.

Pero Interacel no actúa sola. Según el portal http://www.smsamericas.tv, ha contratado la plataforma tecnológica de los operadores Corporación Televicentro (canales 3, 5 y 7), propiedad del zar de las comunicaciones José Rafael Ferrari; cuatro estaciones de radio y Tigo (antes Celtel), filial de Millicom International Cellular SA (MIC), con sede en Luxemburgo.

La operación se pudo realizar, debido a que la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), encargado de regular las actividades de operación y explotación de los servicios de telecomunicaciones, emitió la Resolución NR18/04, de fecha 12 de noviembre de 2004 y publicada en La Gaceta el 11 de enero de 2005, donde se establecen las condiciones para la prestación del servicio de telefonía móvil utilizando las redes de operadores.

Al margen de la ley

Hasta el momento, en Honduras un aproximado de cinco millones y medio de personas poseen un aparato celular, de éstos, cuatro millones están afiliados a Tigo, presidido por Antonio Tavel Otero. Esta compañía inició operaciones en el país en junio de 1996. Es, precisamente, de esta telefónica de donde proviene la mayoría de reclamos por el recibo de mensajitos comerciales a cualquier hora del día.

La ciudadanía se queja por los mensajitos que recibe a través de SMS (Servicio de Mensajes Cortos, siglas en inglés), MMS (Servicio de Mensajes Multimedia, en inglés) o Web, debido a que incurren en gastos al responder un producto no pedido. Además, los remitentes de los mensajes de texto utilizan alta tecnología para capturar nombres y direcciones de los destinatarios sin su consentimiento.

Por esa razón, Conatel presentó la resolución NR024/05, publicada en el diario oficial La Gaceta de fecha 17 de septiembre de 2005, número 30,803, que regula el envío de mensajitos no solicitados y qué tipo de mensajes desea recibir el usuario.

La resolución establece en el párrafo Segundo: Ordenar a los operadores de telefonía móvil que, con el fin de proteger y respetar el derecho de sus suscriptores y usuarios a no ser importunados con la recepción de mensajes no solicitados, deberán restringir los mensajes.

Al respecto, el ex titular de esa dependencia estatal, Rassel Tomé, sostuvo a este rotativo que “el operador debe tener restringido la posibilidad de enviar mensajitos a sus clientes a cualquier hora del día, en especial a altas horas de la noche o en la madrugada”.

Las empresas —continúa Tomé— tienen la obligación de informar al usuario de que existe una posición legal que le permite manifestar su aceptación o desacuerdo en recibir los mensajes publicitarios.

A pesar de esta disposición, los operadores siguen descargando textos en el buzón de los celulares de muchos hondureños, que tan sólo querían un aparato que les permitiera comunicarse de forma inmediata.

Azar y superstición en su celular

“¿Está usted de acuerdo con la instalación de la cuarta urna propuesta por el Presidente Manuel Zelaya?” Envíe un mensajito al 0000 con la letra A si su respuesta es Sí, o con la letra B si su respuesta es No. Costo del mensaje US$ 1.16 (No incluye ISV)”. Este tipo de preguntas son el común denominador de varios programas televisivos nacionales.

Lo que no dicen al participante es que, por ejemplo, un programa que recibe un promedio de 3,000 mensajitos al día a un costo de 1.16 de dólar (22 lempiras) cada uno; al final de la emisión obtiene 66,120 lempiras. Al realizar la encuesta durante 21 días al mes, obtiene un millón 338,520 lempiras. Si el dueño del programa paga sus impuestos como ordena la ley, el Estado debe recibir 166,620. Sin embargo, esto aún no se lo han dicho a los televidentes.

Tampoco le dicen que uno solo de los mensajitos que a diario le llega a su celular, puede generar cinco o más millones de lempiras al año a la empresa que le acepta la oferta.

Esto, opinan algunos expertos consultados, obedece a que “algunos programas de radio y televisión, intentan institucionalizar consultas sobre temas de coyuntura, a través de los mensajitos”.

Este tipo de encuestas —prosiguen— tan solo son métodos artificiales que buscan crear opinión pública, pero al margen de los errores técnicos, de metodología y el sesgo político, cabe destacar que no todos interpretan las preguntas de la misma forma: La mayoría de las personas envía el mensaje de texto por el entusiasmo de obtener el premio, es decir, los mueve más el azar que verter su opinión.

Público cautivo

Por otro lado, y como ya es conocido, los clientes de la telefonía celular reciben a diario mensajes que contienen promociones de productos, sorteos y premios que pueden ser alcanzados con “solo” marcar determinados dígitos. Estos mensajes de texto son enviados producto del convenio entre los operadores de móviles autorizados en el país y empresas internacionales proveedoras de acceso a contenido, aunque el dueño de la terminal de celular haya dado o no el visto bueno par recibirlos.

En la mayoría de los casos los textos tienen una clara orientación publicitaria y son ideados por creativos que utilizan términos sencillos, pero muy bien dirigidos a manejar al público que recibe el producto final, son mensajes que despiertan en el cliente la necesidad de participación para obtener dinero, viajes o hasta una cena en un restaurante de la ciudad.

Otros se relacionan con la parte afectiva y relaciones personales de los clientes que incluyen aspectos relacionados con la sexualidad. Sin embargo, también ofrecen salvapantallas (fotografías) con mujeres en minúsculos trajes de baño o de actrices de telenovelas.

Por su parte, el ex titular de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), Rassel Tomé, considera que “los más afectados son las personas que apenas cuentan con suficientes ingresos y que caen en la manipulación de gastar su dinero, porque los operadores en los mensajitos invitan al usuario a conocer chismes de farándula o cuestiones sin importancia. Los operadores se aprovechan de la curiosidad y la superstición para conseguir más dinero”, expone.

Aunque puede definirse como público en general, su incidencia en los jóvenes (12 a 19 años) es alta, a pesar de ser en su mayoría un público dependiente de la economía familiar, no obstante, como buenos vendedores estas compañías utilizan el efecto bumerán, ya que saben que las exigencias de los adolescentes y jóvenes, provenientes de familias con algún recurso, aun limitado, son cumplidas por los padres que en gran parte lo hacen para garantizar la permanencia del afecto filial.

Competencia desleal

El Código de Comercio establece en los artículos del 422 al 429 los límites de la actividad mercantil y de la competencia desleal en Honduras. Aun así, al día circulan más de 10 millones de lempiras en todo el país, producto de los sorteos vía celular que promueven los operadores celulares, la mayoría auspiciados por Interacel, propiedad de SMS Américas Compañía de Responsabilidad Limitada, con sede en Miami, Florida.

Este naciente negocio ha demostrado como se edifican riquezas para la inversión extranjera y a favor de un reducido grupo de empresarios criollos, pues desde su ingreso el Patronato Nacional de la Infancia (Pani), hasta la fecha, está al borde de la quiebra, aunque las ganancias del Pani se reinvierten en programas sociales.

“Cada vez es más evidente la terrible situación económica que atraviesa el Patronato Nacional de la Infancia, pues llegan más y más bolsas que son devueltas con boletos de lotería mayor y menor”, así lo han expresado miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores del Patronato Nacional de la Infancia (Sitrapani), que no quisieron identificarse.

Tomado de El Libertador, de abril de 2009.

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